El pasado 24 de febrero cumplió años mi gran amiga la poeta italiana Silvia Favaretto (Venecia, 1977) (debí subir esta entra ese día, pero tengo tanto trabajo que he dejado el blog un poco a un lado). Para celebrar una vez más la maravillosa presencia de Silvia en mi vida quiero compartir con ustedes estos tres poemas de su primer libro: La Carne del Tiempo (2002). Podía elegir textos de cualquiera de sus poemarios posteriores, pero a este libro me une una historia afectiva, quizás porque compartí con ella la alegría de su publicación, porque la acompañé en sus primeras presentaciones, porque en él yo vi asomarse a la gran poeta que es Silvia hoy. Querida Amiga, te deseo toda la felicidad del mundo.
POESÍA
En el silencio
descansa la poesía.
En el silencio apagado
de la llama,
en el silencio violento
de la sangre,
en el silencio inmaculado
de la margarita,
en el silencio aullante
del dolor.
Descansa y yo la despierto,
para manchar la hoja
y la conciencia.
POESIA
Nel silenzio
riposa la poesia.
Nel silenzio spento
della fiamma,
nel silenzio violento
del sangue,
nel silenzio immacolato
della margherita,
nel silenzio urlante
del dolore.
Riposa e io la sveglio,
per macchiare il foglio
e la coscienza.
ROSA
Hoy me siento
triste como una rosa de plástico
en un cementerio,
condenada a vivir
en la morada erigida al culto
de la muerte,
estéril y artificial
en mi descarado rojo fuego,
frágil en la vergüenza eterna
de quien está destinado
a ser siempre
una máscara en la realidad
y un rostro demasiado humano en la ficción.
ROSA II
No rieguen
la rosa de plástico,
sería un insulto
a su
artificialidad.
Déjenla en seco
para que así se jacte:
“yo puedo vivir
aun sin la ayuda ajena”.
Tírenla sólo
después de que se haya muerto de dolor
cuando una rosa verdadera
le habrá dicho:
“Pero tú no perfumas…”.
ROSA
Oggi mi sento
triste come una rosa di plastica
in un cimitero,
condannata a vivere
nella dimora eretta a culto
della morte,
sterile e artificiale
nel mio sfacciato rosso fuoco,
fragile nella vergogna eterna
di chi è destinato
ad essere sempre
una maschera nella realtà
e un volto troppo umano nella finzione.
ROSA II
Non innaffiate
la rosa di plastica,
sarebbe un insulto
alla sua
artificialità.
Lasciatela a secco
perchè se ne vanti:
“io posso vivere
anche senza l’aiuto altrui”.
Gettatela solo
dopo che sarà morta di dolore
quando una rosa vera
le avrà detto:
“Ma tu non profumi…”.
Poemas de Silvia Favaretto, traducción de ella misma.